Del hígado a la médula: cuestión de trasplantes y… generosidad.

Rocío es el hígado y yo soy la médula.

Ella en espera de ese órgano y yo preparándome para recibir las células de mi donante…

Así nos conocimos: en el Hospital de Día del Puerta de Hierro en Majadahonda (Madrid). Solo compartimos dos horas y desde entonces, mensajes, notas de voz, llamadas y muchas palabras mientras íbamos avanzando por vericuetos tortuosos, desasosegantes, dolorosos, arriesgados y también esperanzadores.

Rocío es una princesa. Una princesa de cuento. Guapa, muy guapa. Enferma desde muy pequeña, con la edad se complicó su estado de salud y no quedaba otra que un nuevo hígado. Y llegó.

Como ella misma dice, gracias a la generosidad de alguien anónimo, su calidad de vida ha mejorado. Nunca ha perdido su actitud positiva, su sonrisa. Toda una lección de supervivencia.

Ella impulsó la idea de escribir un libro juntas. Y lo hemos hecho: no sé si con un fin terapéutico o catártico pero sí con el propósito de “amenizar” algunos ratos a los lectores que se acerquen a sus páginas. Son historias personales, relatos fabulados, notas culturales, curiosidades y opiniones. Una mezcla temática, un poco de todo, como el mismo discurrir diario.

Y ahora toca agradecer. Siempre dar las gracias a los donantes, a quienes dan altruistamente de lo que tienen para transmitir un “hálito vital” a los demás, en forma de ojos, riñón, sangre…somos un país muy solidario; me consta que no nos planteamos grandes complicaciones personales para “prestar” sine die algo nuestro:

“Si tengo dos pulmones, pues te cedo uno. Si un pedacito de mi hígado te sirve, pues tómalo, es tuyo. Tanta sangre en mi cuerpo, la comparto contigo…”

Estas líneas pretender ser un homenaje y un recuerdo a las instituciones oficiales, a las fundaciones y organizaciones que velan por la salud de todos nosotros procurando de la mejor manera y del modo más rápido y efectivo esa donación.

Hace tiempo prometí que iba a enarbolar mi brazo arremangado el día que me tocara ir a vacunarme. Pues bien, ya nos están vacunando a los pacientes oncohematológicos, y en la sala del hospital destinada a la inoculación de Moderna, nos mirábamos porque éramos conscientes de que no entrábamos allí por el rango de edad.

Y es que eso de “trasvasar” no conoce de años, orientación sexual, origen de procedencia, aficiones personales, partido al que se apoya ni profesión, por ejemplo.

Y a mí también me ocurrió.

En pocas horas, de un cansancio infinito pasé a ocupar una cama en la tercera planta del Hospital de Puerta de Hierro. Leucemia aguda. Así, sin eufemismos, “en vena”.

Vaya la que se me venía encima. Batacazo. Se paró todo. Pero en el horizonte se atisbaba la posibilidad del trasplante de médula. Cuando me lo comunicaron fui consciente de mi ignorancia y de la distorsión que provocan las series de médicos en el cine.

No hubo cirugías, ni bisturí ni quirófano: una “simple” aféresis a mi hija, mi donante, sirvió para que me “resetearan” de nuevo. Inoculación de células madre y “¡hale jop!”, médula a estrenar: parecía y parece ciencia ficción.

¡¡Qué necesarios los trasplantes!! ¡¡Qué necesaria la magnanimidad humana!!

Las personas somos capaces de cometer muchas atrocidades pero también realizamos actos de suma grandeza. Quienes hemos sido trasplantados nos damos cuenta, lo sabemos de buena tinta.

En la actualidad la técnica médica para lograr excelentes resultados en los receptores está muy desarrollada.

Confiar en la ciencia y creer en la bondad del ser humano. Cuestión de trasplantes y cuestión de generosidad.

Quiero dedicar esta colaboración a mi hija Jimena, al hematólogo Carlos de Miguel y a Rocío.

Prª. Drª. Pilar Úcar Ventura

Del hígado a la médula. Historias, órganos y sentimientos,

Rocío Sánchez López

Pilar Úcar Ventura

Círculo rojo, 2021.

Del hígado a la médula…no es un libro. Son varios libros. Tampoco son dos autoras. Son muchas más. Personas que forman parte de la vida de Rocío y Pilar. Ambas han sufrido un zarpazo vital. Se les paró el tiempo y todo quedó congelado. Un nuevo hígado y una nueva médula les animan con ganas e ilusión a expresar sentimientos y compartirlos. Historias personales, fantásticas, culturales, curiosas, opiniones…todo eso y mucho más. Un libro que no es un libro. Hay que leerlo para comprobarlo. Las autoras tienden una mano compañera, cruzan fronteras y atraviesan un puente.

Este libro surge fruto de una amistad, quizá poco usual, o nada típica, pero muestra palpable de que a veces, lo más inesperado, sucede. Las autoras se conocieron en el Hospital de día del Hospital Universitario Puerta de Hierro de Majadahonda en Madrid cuando ambas asistían a la correspondiente sesión terapéutica propia del tratamiento de sus enfermedades; una en espera de un hígado y la otra en espera de médula.

En el capítulo ¿Cómo nos conocimos? se describe el primer encuentro. Sí. Un flechazo lleno de empatía, comprensión y apoyo. Parece que cuando la vida atiza un batacazo y pone todo patas arriba, se necesitan palabras.

El lector es el propio creador de su lectura; selecciona cómo disfrutar de las historias, sentimientos… que en él aparecen.

Hay un preámbulo en el que describimos cómo nos conocimos: Rocío cuenta qué le pareció Pilar y Pilar qué pensó de Rocío. Y no hay exageración posible: fue tal cual. Se ha intentado recomponer aquel día desde sus puntos de vista, tan personales y tan auténticos. A continuación, “De la fábula a los recuerdos” se trata de fabular, narrar y contar; sobre todo contar desde el pasado hasta el presente con una voz muy entrañable y cercana.

Nuestro presente se configura a partir de imágenes vividas, experimentadas y sentidas. En esos capítulos hay mucho de supervivencia, semblanzas de seres queridos, emociones y ganas de seguir. Siempre avanzar. También interesan los temas de comunicación y se ha incluido un apartado dedicado a nuestro idioma: “A vueltas con la lengua”; historias varias acerca de algunas cuestiones más o menos actuales que quizá puedan entretener lector curioso y, por qué no, resolver ciertas dudas que en alguna ocasión nos hayamo podido plantear.

El capítulo titulado “Varietés” responde a ciertas aficiones de las autoras, algo así como críticas y opinadoras de eventos culturales: una exposición, un concierto, la lectura de un libro, un monumento, un ballet, la ópera, un pintor famoso… Y el postre, al final, claro que sí: “Los otros, los nuestros” es una reunión de personas que han estado muy muy cerca de ellas de Rocío y Pilar: profesionales del Hospital Puerta de Hierro y algunos otros de afectos muy próximos. En ellos quedan reflejados todos, todos los que de una o de otra manera las han acompañado SIEMPRE. Rocío durante su enfermedad y su convalecencia ha dibujado y pintado. Por eso para concluir el libro, se recogen unas imágenes con frases y palabras muy inspiradoras.

En resumidas cuentas, un libro para abrirlo al azar y ver qué toca ese día, ese rato: para volver atrás y seguir adelante, saltando cualquier orden. Seguro gustan más unos relatos que otros, algunas cuestiones lingüísticas o la opinión de los invitados. Hay dónde elegir. Las autoras lo han escrito encantadas: con un hígado nuevo. GRACIAS. Con una médula nueva. GRACIAS. SIEMPRE…GRACIAS.