¿Por qué son importantes las elecciones a la presidencia del FC Barcelona?

¿Por qué son importantes las elecciones a la presidencia del FC Barcelona?  FC Barcelona

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Xavier Ginesta, Universitat de Vic – Universitat Central de Catalunya

“El club está realmente mal y va a ser difícil volver donde estábamos”. Palabras de Leo Messi, la estrella del Barça, en la entrevista que el periodista Jordi Évole le hizo en La Sexta después de Navidad. El periodista creó un clima de complicidad suficiente –asumiendo que, como culé, no podía ser imparcial– para que el astro argentino se sintiera cómodo y hablase sin problemas de su situación en el Barcelona.

De hecho, escuchar a Messi hablando de la actualidad azulgrana y sin dejar entrever una más que probable marcha del club a final de temporada, era más que necesario para calmar los ánimos de los aficionados. Y, también, para dejar claro que el argentino avala el proyecto deportivo de Ronald Koeman, aunque expresó su debilidad por la manera de entrenar de Pep Guardiola y Luis Enrique.

Coyunturalmente, la continuidad de Leo Messi será el gran reto deportivo del nuevo presidente del FC Barcelona, que saldrá de las urnas el 24 de enero de 2021 (si la pandemia no obliga a aplazarlas).

Después del desastre de Lisboa (2-8) todos los aficionados han asumido que el Barça vive una temporada de transición (¿incluso, dos?); deportivamente hablando, de construcción de un nuevo proyecto que pueda ilusionar en el futuro. Si el proyecto pivotará sobre la figura de Leo Messi –máximo goleador de la historia del fútbol y máximo goleador en un mismo club– dependerá de la relación que el delantero y capitán del Barça establezca con el nuevo mandatario. Con Josep Maria Bartomeu, lo dejó claro Messi a Évole, la relación no fue buena.

Joan Laporta, junto con Víctor Font, es uno de los candidatos favoritos en estas elecciones. Si ganase, sería su segundo período en la presidencia. De su anterior período como máximo gestor del FC Barcelona (2003-2010) nos queda, estructuralmente, la puesta en marcha del famoso “círculo virtuoso”: fichar a los mejores para ganar títulos, incrementar ingresos y volver a reforzar el equipo para volver a competir.

Una multinacional del entretenimiento

Un libro lo resume de maravilla, La pelota no entra por azar (2009), de su vicepresidente y director general, Ferran Soriano, ahora pilotando el City. De aquel período nos queda la transformación del club en una multinacional del entretenimiento –como ya apunté en mi tesis doctoral–, el inicio del proceso de internacionalización de la marca Barça –sobre todo, gracias al acuerdo con Unicef (2006)– y el crecimiento exponencial de sus ingresos hasta que la pandemia del coronavirus ha roto las dinámicas del mercado. Dicho de otra manera, y no siendo exclusivamente mérito de un solo hombre, se dibuja una clara línea divisoria entre el Barça pre-Laporta y el Barça de después.

De hecho, el candidato que gane estas elecciones podrá ser más o menos cómplice del fútbol posicional, tendrá en mente unos u otros futuros patrocinadores, establecerá una determinada relación con las peñas, tendrá un plan u otro para reformar el Camp Nou o revisará la función social de la Fundación del club; pero ninguno de ellos podrá evitar gestionar el día a día del club como si estuviera al mando de otra empresa del sector del ocio o del entretenimiento, sea Disney, Mediapro o una franquicia de la NBA. Los grandes clubes de fútbol se han convertido en proveedores, 24 horas 7 días a la semana, de contenidos de entretenimiento para públicos dispersos internacionalmente.

El papel del gran capital

En lo expuesto anteriormente radica la creciente importancia de este negocio. Si no, ¿por qué tanto interés de los fondos de inversión y la banca de inversiones (JP Morgan, Merril Lynch o Goldman Sachs) por participar de la industria del fútbol?

¿Por qué la futura Superliga europea de clubes, que prevé multiplicar por diez los ingresos del ganador en comparación con el de la Champions League, ahora está impulsada por JP Morgan?

¿Por qué Goldman Sachs ha financiado a 45 estadios deportivos a nivel internacional?

¿Por qué Amazon, actualmente la marca más valorada del mundo según el Brand Finance Global 500 con 220.000 millones de dólares, se ha lanzado a la compra de derechos audiovisuales deportivos para vestir su servicio Prime Video, ha abierto canales temáticos con los clubes (por ejemplo, con la Juventus de Turín) o es socio para el desarrollo de las plataformas de e-commerce de estos?

En este gran mercado de productores y distribuidores de contenidos de entretenimiento, los clubes de fútbol no son precisamente las marcas más valoradas.

Ya hemos apuntado el valor de Amazon, pero a 60.000 millones de valoración queda Google y a 80.000 millones Apple. El equipo deportivo más valorado del mundo son los Dallas Cowboys de la NFL, con solo 5.500 millones de dólares, mientras que el Real Madrid se sitúa con una valoración de 4.240 millones y el Barcelona de 4.020 millones, según Forbes. Así pues, queda mucho recorrido por delante y el mercado está lleno de gigantes dispuestos a hacerse con un contenido driver de primera magnitud: el fútbol y la hiperemoción que despierta en el consumidor.

Pero, aunque la evolución del fútbol sigue una “lógica capitalista”, como siempre nos recuerda el profesor y exdirector de Comunicación del FC Barcelona Jordi Badia (2003-2008), las elecciones a la presidencia del FC Barcelona se viven con especial tensión en Cataluña.

Desde el punto de vista de la sociedad civil del Principado, y atendiendo a su masa social, el Barça es la entidad deportiva más importante de Cataluña (141.846 socios), solo superada en el sector cultural por Òmnium Cultural (182.633 socios).

Pero, por su impacto global y proyección, el Barça se podría considerar el principal activo paradiplomático de Cataluña, siendo además una organización que se resiste a convertirse en sociedad anónima aunque la lógica del mercado y su elevado endeudamiento –nueve veces el patrimonio neto– casi le obligarían.

Un club muy afectado por la covid-19

De hecho, explica el profesor Gay de Liébana (UB), “el Barça es uno de los clubes de fútbol europeos más afectados económicamente por la Covid-19”.

En comparación con la 2018-19, durante la temporada del coronavirus, el club ha dejado de ingresar 145 millones de euros, mientras que los gastos aumentaron en relación a la temporada pasada, que estaban en 942 millones. Aquí radica otro de los elementos que singularizan estas elecciones: aunque todos los candidatos mantienen su compromiso con el actual estatus jurídico de la entidad, ¿qué modelo de gobernanza implementarán para poder hacer que una asociación pueda competir internacionalmente con grandes holdings deportivos y clubes-estado?

A nivel académico, se ha discutido mucho si el equilibro se encuentra en la Regla 50+1 que impone la Bundesliga, que permite la entrada de capital privado a los clubes alemanes, pero siempre con los socios manteniendo la mayoría de sus derechos de voto.

No obstante, el arraigo social del Barça en Cataluña es tan importante que difícilmente se puede prever a corto plazo un cambio de estatus de la entidad, aunque no se pueden descartar la creación de joint ventures entre el club y nuevos socios inversores dependiendo de productos, estrategias y mercados donde se quiera penetrar.

Más que un club

Desde finales de los años 60 del pasado siglo, el Barça se ha considerado “Más que un club”. Ciertamente, el club ha representado históricamente un compromiso inalterable con los valores de la catalanidad y la democracia. Y, de hecho, cuando cayó el franquismo, unas elecciones al FC Barcelona nunca se han podido desligar del contexto político que vive el Principado.

Desde 1978, con las primeras elecciones que ganó Josep Lluís Núñez hasta hoy, los partidos políticos han querido estar siempre presentes en la zona noble del Camp Nou a causa de la influencia social que tiene el club. Dos libros de tipo divulgativo son de especial interés para entenderlo con facilidad, al margen de la bibiografía académica: La función política del Barça (2013), del periodista y profesor Ramon Miravitllas, y El partit més llarg (2020), del periodista Adrià Soldevila.

De hecho, en 2003, se vivió una situación similar a la actual: las elecciones del Barça fueron meses antes que las del Parlament de Catalunya. La victoria de Laporta fue el prólogo del vuelco electoral al Parlament (el final de 23 años de gobierno convergente), escenario que algunos analistas políticos, como Francesc-Marc Álvaro, no descartan actualmente cuando el mal llamado “procés” se ha ralentizado y los partidos independentistas están totalmente atomizados.

La manera como los que sean definitivamente candidatos conciliarán la globalidad de la marca con el arraigo político y territorial de esta entidad podrá pasar desapercibida por la prensa internacional, pero definitivamente continuará siendo una de las principales preocupaciones de los socios y socias que se congreguen a las urnas. En el Barça, aunque algunos candidatos lo quieran minimizar, fútbol, sociedad civil y política se cogen de la mano.The Conversation

Xavier Ginesta, Associate professor, Universitat de Vic – Universitat Central de Catalunya

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.