¿Nos ha hecho la pandemia mejores ciudadanos?

¿Nos ha hecho la pandemia mejores ciudadanos?

Gemphoto/Shutterstock

Roberto San Salvador del Valle, Universidad de Deusto

¿Nos ha hecho la pandemia mejores ciudadanos? Este fue el interrogante que nos llevó a preguntar a 1 200 ciudadanos anónimos, mayores de edad, residentes en Euskadi, y a 250 personas con responsabilidades en instituciones públicas, empresas y entidades sociales vascas en qué medida sus maneras de pensar, sentir, aprender y hacer habían cambiado con la pandemia.

Tanto la encuesta ciudadana como el panel de responsables se hicieron en junio de 2020, en una primera oleada, y se han vuelto a plantear en junio de 2021, en una segunda oleada.

Como resultado de ambas oleadas, podemos afirmar que la covid-19 ha tenido un impacto severo. Seis de cada diez consideran que su vida ha cambiado mucho o bastante desde que empezó la pandemia.

Solidaridad y confianza

Para más de la mitad de los encuestados, ha aumentado su deseo de ayudar a su comunidad, aunque este porcentaje ha disminuido desde 2020. Esto apunta a una cierta pérdida del deseo solidario que nos acompañó en los primeros meses de confinamiento.

En 2021, se mantiene la confianza en el entorno más cercano, como la familia y los compañeros y compañeras de trabajo, pero crece la desconfianza hacia las personas de la misma ciudad y municipio. El sistema sanitario es la institución en la que más ha crecido la confianza a raíz de la pandemia, aunque ha disminuido en el último año.

También aumenta la desconfianza hacia las instituciones políticas y sociales. La confianza en las empresas también se ha visto notablemente erosionada por la crisis, especialmente la de las compañías energéticas y los bancos.

La compra en tiendas de proximidad ha disminuido respecto a 2020, pero sigue siendo uno de los principales hábitos de compra: seis de cada diez lo practican, al igual que el control y seguimiento de precios, ofertas y promociones. Cinco de cada diez todavía tendrán que recortar en gastos, siendo un porcentaje algo inferior al del 2020. Los bares y los restaurantes son los más afectados: cuatro de cada diez disminuirán su gasto en ellos.

Al igual que en 2020, la mayoría quiere mantener las costumbres de salud pública que se han ido desarrollando durante el confinamiento, como quedarse en casa si se tiene algún síntoma para no contagiar y lavarse las manos muchas veces al día.

Este año, la ciudadanía tampoco confía en que exista la higiene necesaria para garantizar la seguridad en muchos espacios públicos. Aunque, como en 2020, se percibe más esfuerzos en medidas sanitarias en los espacios cerrados (centros de salud, colegios, comercios…) que en los abiertos (calles, playas…).

Los jóvenes y los cuidados a los mayores

A la mayoría le gustaría que en su ciudad hubiera más personal sanitario, comercios locales, carriles de bici y eventos, pero menos coches. Entre los diferentes servicios urbanos, la prioridad sigue siendo la seguridad en salud.

Resultan también importantes, pero a cierta distancia, la limpieza de las calles, así como la recogida, gestión y reciclaje de basuras. Pocos creen que cambiarán su forma de movilidad, con la excepción de los paseos. Casi la mitad caminará más ahora que han acabado las limitaciones a la movilidad.

La perspectiva de futuro de la juventud no es prometedora. La mayoría cree que su situación no mejorará en 2030, sobre todo en lo relacionado con su capacidad para acceder a una vivienda propia, emanciparse o tener hijos.

Cerca de la mitad considera que, tras la crisis, la mayoría de la ciudadanía comparte la preocupación por el cuidado de los mayores, y cuatro de cada diez que se comparte la preocupación por las personas más vulnerables.

La sensibilidad hacia la desigualdad de género es el valor que más ha crecido en el último año. La percepción de desigualdad se ha ampliado: dos de cada tres creen que la crisis del coronavirus supondrá mayor desigualdad entre pobres y ricos. Y la mitad considera que lo hará entre jóvenes y mayores e inmigrantes y autóctonos.

En el último año cae el apoyo a que el Estado pueda restringir la libertad de movimientos por motivos sanitarios, aunque todavía un 62,5 % lo defiende. Además, al igual que en 2020, dos de cada tres estarían dispuestos a renunciar a ciertos derechos para luchar contra el cambio climático y la violencia machista. Sin embargo, la mitad no renunciaría a la privacidad de sus datos personales para ningún fin.

Nos preocupa menos el teletrabajo

Por su parte, los resultados de las preguntas dirigidas a responsables de instituciones públicas, empresas privadas y entidades sociales de Euskadi nos completa la perspectiva anterior. La falta de libertad de movimientos y el teletrabajo ya no son temas que preocupan este año en la misma medida que en 2020.

Se está consolidando un modelo de trabajo híbrido, en el que se han tomado medidas para readecuar los espacios de trabajo. Este tiempo ha servido para que algunas entidades se refuercen en el campo tecnológico. El teletrabajo se ha consolidado como medida de flexibilización, pero ha evolucionado con relación a como se realizaba en 2020.

El teletrabajo y el ocio digital ya no son vistos como una forma de sobrellevar el tiempo, han sido sustituidos por las actividades al aire libre. La familia y las amistades han sido un factor común durante el confinamiento, desescalada y oleadas posteriores.

Las preocupaciones son más o menos las mismas que en 2020: situación económica, paro y desigualdades sociales que conlleva. La preocupación por la pandemia en el 2021 se centra en evitar que volvamos a una situación como la vivida en 2020.

Barreras a la amistad y el ocio

La forma de relacionarse con la familia, los amigos y las demás personas sigue encontrando barreras importantes. Se mantienen algunos aspectos psicológicos como la incertidumbre que inciden en la salud mental personal y comunitaria.

En 2021, se echa más de menos poder participar en eventos en el modo más parecido al previo a la pandemia. Se sigue echando de menos la libertad de movimiento y poder hacer cosas sin tener la sensación de estar incumpliendo normas. El poder viajar y la necesidad de tener más contacto con familia y amigos se mantienen como déficits importantes.

En ambas consultas se subraya la importancia de fortalecer y preservar la sanidad pública. En 2020, se incidía en la necesidad de un cambio personal, apelando a un comportamiento, consumo y estilo de vida responsable. Mientras que, en 2021, se incide más en los cambios políticos y sociales.

Se demandan cambios en el modelo medioambiental, económico, social, cultural y político, con mayor participación e implicación ciudadana para lograr alcanzar metas comunes.

Esperemos que el paso del tiempo no borre los sentimientos vividos, los aprendizajes adquiridos, los pensamientos resultantes y los hechos que transforman nuestras sociedades.


Los informes sobre ambas encuestas podrán consultarse en la web de la Deusto Cities Lab Katedra a partir de septiembre.The Conversation


Roberto San Salvador del Valle, Director Cátedra Deusto Cities Lab, Universidad de Deusto

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.