Guadalajara interior: pueblos negros y mucha naturaleza

Tan cerca de Madrid…

Salimos por la ruta de castillos, fortalezas y atalayas… rumbo a los pueblos negros.

Encontramos por el camino  El Vellón, Talamanca: carrascas y encinas, curvas que enaltecen torres vigías y olivos salpicados de colores que anuncian cierto ramalazo otoñal en las casi postrimerías estivales. Algún veranillo queda por llegar y celebrar su santoral. Más adelante…El Jarama, ese río literario tan comentado.
Extensiones de cultivo y campos de cereal recogido. En reposo cálido a media mañana, acuarela matizada de un sábado, el último fin de semana de agosto.

Predomina un amarillo ocre, logro egipcio (seguro) de tinturas antañas.
Se cuelan tostados y verdes bajo un azul etéreo. A las 12, bienestar beato y doméstico, rodando con calma.

Tan cerca de Madrid

…Y en Castilla-La Mancha, cotos y pinos, nos recibe Guadalajara.

Con su sierra y serranía, en ese Sistema Central geográfico que se abraza al Ibérico.

Tamajón, Campillejo y Palancares…

Caza, robles, encinas. Piedra ciclópea que rompe en el arcén, oscurecida: una mano orográfica hace lascas y tajos para la arquitectura negra de unos pueblos cuyas casas arracimadas protegen y resguardan de la canícula tras sus paredes apretadas. Hileras de piedras, enjaretadas a lo alto y a lo ancho, recuerdan cómo vivían hace décadas sus moradores.

Majaelrayo, Campillo de Ranas, Valverde de los Arroyos…

Ahora, alojamientos acondicionados para un turismo activo, de la zona y aledaños capitalinos.

Motos y moteros que lucen resplandecientes guardabarros, jolgorio y familias, bicicletas, paseos y más paseos.

Romero y tomillo. Perdices. Altura montañosa y bosques: se ven tejados negros. Calles empedradas y recovecos sorprendentes.

Ermitas, románico, encantamiento de escondrijos por los que ocultarse del ojo amigo y sorprender al desconocido: toda una ciudad de arenisca, émula de otra famosa.

Gente, mucha… y calor. Edificaciones en ruinas remozadas de presente.

Robleluengo, Roblelacasa y Corralejo…

Guadalajara árabe, conquista cristiana de Alfonso VI en el siglo XI…rutas y caminos: pueblas, aldeas y localidades de larga y añeja historia. El pretérito ya futuro.

Núcleos agrarios, uniformes y homogéneos.

Turismo de la zona, poco de la capital, turismo activo y heterogéneo.

Las moras tientan en sus zarzas del verde al negro como la arquitectura local según le pegue la solanera.

Amabilidad y buena acogida del paisaje y paisanaje, que brinda al huésped amistad y gastronomía digna de paladares avezados y estómagos contundentes.

Obedecemos el mapa, pero conviene dejarse llevar a veces y penetrar en la “gran muralla china del río Jaramilla”. El Cardoso de la Sierra…

La vista se pierde para alcanzar su longitud curvilínea con pendientes solapadas entre pastos, ganado, aves y verde.

El silencio no se rompe, se escucha mientras las rodadas mecánicas avanzan de vuelta por nuevas sendas. Itinerarios cortazarianos, franqueables…Impresionante.

Hiruela, Puebla y Montejo de la Sierra…

Tan cerca de Madrid…

Pilar Úcar Ventura