¿Existe la pisada perfecta?

pisada perfecta

Shutterstock / David Fuentes Prieto

Ignacio Pardo Castellot, Universidad Pública de Navarra

¿Cree que la pisada es un factor determinante en el potencial resultado de un levantador de halterofilia y de un usuario de gimnasio haciendo sus veinte sentadillas diarias? Estará de acuerdo con que no puede ser lo único, ¿no?

Antes de entrar en materia, recuerde que los individuos somos únicos, hemos vivido diferentes experiencias, tenemos diferentes morfologías, edad, habilidades… Cuando nos sometemos al movimiento entramos en una variabilidad infinita de posibilidades que están determinadas por la carga, la velocidad, el esfuerzo y la complejidad de la tarea. Y no solo eso, sino que dicha tarea depende también del contexto en el que se realice (equipamiento, clima, competición…).

La pisada es diferente en cada persona. Pero ello no quiere decir que padezca una patología o que no pueda hacer vida normal. Es más, se ha evidenciado gran cantidad de patologías en personas sanas, tales como tendinopatías, bursitis, desgarros en los huesos de los pies o problemas en los ligamentos de los tobillos.

También estamos acostumbrados a ver atletas haciendo grandes proezas pisando “de manera inadecuada”. Casi la mitad de los campeones del mundo de maratón corren con los pies pronados. El corredor keniano Rhonex Kipruto (especialista en carreras de fondo) corre con los pies rotados hacia afuera; la campeona olímpica y récord del mundo en triple salto Yulimar Rojas se impulsa hacia las medallas con un arco plantar escandalosamente caído.

Como vemos, la variabilidad de la pisada hay que verla como un maravilloso proceso de adaptación de nuestro cuerpo y no como una pieza de un coche que necesita ser reparada.

Muy debatido ha sido, y sigue siendo, la pronación del pie (movimiento del pie cuando entra en contacto con el suelo y se rota hacia dentro). Sin embargo, es necesaria. Permite aterrizar y almacenar energía suficiente para impulsar tu cuerpo. Por eso, es preferible admirar cómo los atletas se adaptan a este movimiento a demonizar algo que es totalmente normal en la biomecánica humana.

¿Cómo es la pisada perfecta?

Para el personal experto en podología es común recibir dudas sobre el uso de plantillas por parte de personas que tienen dolor y de aquellas que buscan prevenir problemas o mejorar su rendimiento deportivo.

Para el primer caso, el uso de esta herramienta estaría justificado, pero lo veremos más adelante. Para el segundo caso, debemos tener en cuenta que es fácil para las empresas hacernos creer que debemos tener la pisada ideal para prevenir lesiones. Sin embargo, esta no es la manera adecuada: una pisada ideal no es garantía de prevención y, además, es un concepto demasiado idealizado.

Por el contrario, la plantilla es el instrumento que nos permite entrenar un problema ya existente. Por ejemplo, sería útil ante grandes deformidades de pie o ante graves lesiones crónicas donde podría ser necesario redistribuir las cargas que absorbe su pie.

La modificación de la biomecánica puede ser un factor contribuyente en su lesión y si gracias a ella puede seguir entrenando y rehabilitando su problema, no habrá contraindicación en ponérsela. Una vez superada podrá quitársela.

Es decir, debemos evitar al máximo llevarlas de por vida si se trata de un problema que puede solucionarse manejando variables como el entrenamiento, el descanso, la biomecánica, la fuerza o el equipamiento. Estudiar estas variables y cambiar algunas de ellas será suficiente en la mayoría de los casos.

Plantillas para entrenar la planta del pie

Por otro lado, cuando se trata de dolor en el pie, este puede llegar a ser incapacitante. Si ha sufrido una fascitis plantar o episodios recidivantes de esguinces de tobillo sabrá de lo que hablo. Muchas patologías asociadas a esta región provocan dolor de larga evolución y su consecuente desesperación. En estos casos, cualquier herramienta que nos ayude a mantenernos activos debe ser bienvenida.

Pero solucionar un problema tan complejo como el dolor desde un único punto de vista probablemente será insuficiente. El dolor es una experiencia personal donde no solo se implican los tejidos de los pacientes, sino que también hay componentes emocionales y cognitivos asociados.

El dolor no solo tiene que ver con su pie, sino más bien con la sensibilidad de su sistema nervioso para recibir, procesar e interpretar lo que le pasa a su pie y cómo se relaciona con el medio que le rodea.

Ejercicio físico, el mejor aliado

Por lo tanto, si está pensando en ponerse unas plantillas, asegúrese de que le atiende un profesional que centra todos sus esfuerzos en su persona. Lo identificará porque le hará muchas preguntas. Consensuará objetivos con usted y le hará partícipe de la solución, pues lo que funcionó para un familiar o vecino, podría no funcionar para otros.

Si tiene dolor, podrá enfrentarse a él desde diferentes perspectivas, entre las cuales las ortesis plantares son solamente una más. Pero no deje nunca de lado el fortalecimiento de los músculos de sus pies, pues es la mejor manera de recuperar y prevenir lesiones.

De hecho, se ha visto que el riesgo de lesiones relacionadas con la carrera se puede reducir en los corredores recreativos que trabajan protocolos de fortalecimiento de los músculos del pie. Es importante manejar bien variables como la carga de entrenamiento y el descanso.

En definitiva, solamente hay tres casos en los que las plantillas están justificadas: en presencia de dolor (como herramienta para contribuir a la mejora del proceso de recuperación), ante grandes o graves deformidades y cuando el proceso de rehabilitación a través de la mejora de otras variables como el fortalecimiento o la carga de entrenamiento están fracasando en la recuperación. Para todo lo demás, entrene más.The Conversation

Ignacio Pardo Castellot, Fisioterapeura., Universidad Pública de Navarra

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.