Cómo los educadores sociales pueden transformar la convivencia escolar

Maitane Picaza Gorrotxategi, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; Aitor Garagarza Cambra, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; Amaia de la Fuente Gaztañaga, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; Amaia Eiguren Munitis, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; Idoia Legorburu Fernández, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; Irune Corres Medrano, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; Leire Etxezarraga, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; Marina Sagastizabal, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; Miren Nekane Beloki Arizti, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea y Nahia Idoiaga Mondragon, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

Vivimos en un mundo muy distinto al de nuestras abuelas, incluso al de nuestros padres y madres. La escuela es una organización que tiende a mirar más al pasado que al presente o al futuro, y tarda en estar preparada para lidiar con algunas de las nuevas características y desafíos de la sociedad actual.

Los centros educativos necesitan revisar sus proyectos y políticas para adaptarse a las necesidades educativas que van surgiendo. Es decir, los cambios sociales exigen un continuo cambio en el sistema educativo.

Para innovar en educación es necesario analizar qué y cómo hay que cambiar, y también evaluar las propuestas que ya se están llevando a cabo en los centros educativos; revisar de qué manera se realizan, si funcionan y por qué.

Una asociación aliada de la escuela

Nuestro grupo de investigación ha analizado a fondo la labor de la asociación Kokuk. Sus programas de intervención socioeducativa cocurricular (es decir, paralela al curriculum educativo, de carácter voluntario) tienen el objetivo de desdibujar los límites entre la educación formal, no formal e informal.

Lo hacen incorporando la figura del educador o educadora social en los centros escolares. Se trata de profesionales que apoyan a los chicos y chicas desde un papel distinto al del docente, con el foco puesto en la integración, la convivencia y el desarrollo personal.

Los y las educadoras sociales complementan la labor que se realiza desde la escuela para prevenir la exclusión, ayudar a construir un ambiente plural y fomentar la promoción de todo el alumnado, con independencia de sus características personales y sociales.

Análisis exhaustivo

En el estudio hemos combinado diferentes técnicas de investigación:

  1. El análisis documental.
  2. Las entrevistas semiestructuradas.
  3. Los grupos focales.
  4. Las encuestas ad hoc.
  5. La evaluación del consejo asesor, que contrasta los resultados.

Las personas elegidas para participar en el análisis de esta investigación son agentes de la comunidad educativa: directores y directoras, profesorado, educadores o educadoras de calle (quienes, al igual que los educadores cocurriculares, trabajan para el acompañamiento y la prevención, pero fuera del centro escolar), alumnado y familias. Todas las personas entrevistadas conocen de primera mano todo el trabajo que Kokuk lleva a cabo desde hace años.

Sus respuestas coinciden en que la labor que se realiza a través de la asociación permite romper con estereotipos y prejuicios relacionados con la población de origen extranjero, facilitando su integración y la convivencia; y trabajar de una forma más adecuada los problemas relacionados con las carencias materiales y emocionales de los niños, las niñas y adolescentes.

Alumnado atendido, mejor convivencia

Los beneficios de la intervención socioeducativa son personales, relacionales y comunitarios: una mejor gestión de las emociones reduce la conflictividad; la convivencia mejora; y la reducción de conflictos se refleja en un mejor rendimiento escolar. El alumnado se siente atendido y escuchado. Esto fomenta su percepción de pertenencia al centro, disminuyendo así el absentismo.

Apoyo al profesorado

Integrar a los educadores y las educadoras sociales en el día a día de los centros escolares permite gestionar situaciones que el profesorado por sí solo no puede afrontar. Cuando actúan combinados, la vida en el centro educativo transcurre de forma más integral, une a las personas y les enseña a trabajar por y para todos y todas. Cohesiona a la comunidad educativa en su conjunto.

Sin embargo, el proyecto se enfrenta a dos limitaciones generales según las personas entrevistadas, tanto profesionales de la educación formal como de la educación no formal: por una parte, la falta de recursos económicos que se destinan a las intervenciones socio educativas en los centros escolares, ya que según las y los docentes y educadores sociales se subestima su labor y no se invierte en ellos.

Por otra parte, hay poca concienciación sobre la importancia de esta labor social y educativa, que permite lograr una mejora educativa que pone en el centro a la persona y su desarrollo integral.The Conversation

Maitane Picaza Gorrotxategi, Doctora en educación, Departamento de Didáctica y Organización Escolar, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; Aitor Garagarza Cambra, Profesor del Departamento de Ciencias de la Educación en la UPV-EHU, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; Amaia de la Fuente Gaztañaga, Profesora en el Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; Amaia Eiguren Munitis, Docente del departamento de Didáctica y Organización Escolar. Facultad de Educación de Bilbao, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; Idoia Legorburu Fernández, Researcher, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; Irune Corres Medrano, , Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; Leire Etxezarraga, , Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; Marina Sagastizabal, Professor, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea; Miren Nekane Beloki Arizti, Profesora en el Departamento de Sociología y Trabajo Social, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea y Nahia Idoiaga Mondragon, Profesora del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Facultad de Educación de Bilbao, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.