Cómo detectamos el uso de drogas miles de años después de su consumo

La exaltación de la flor. Marmol encontrado en Farsala (Grecia) y datado en el año 450 a.e.c. Representa a Perséfone y Démeter con un hongo sagrado en las manos.
Unknown author – Françoise Foliot, CC BY-SA 4.0, CC BY-SA

Elisa Guerra Doce, Universidad de Valladolid

El consumo de sustancias psicoactivas naturales está profundamente arraigado en muchas sociedades tradicionales desde hace siglos. Las drogas que los seres humanos han consumido desde antiguo son muy variadas: tabaco, peyote, hongos psilocibios, coca, opio, cannabis, betel y bebidas fermentadas, entre algunas de las más conocidas.

Parece lógico asumir que, en el largo proceso de la evolución humana, nuestros antepasados más remotos se toparían con ellas y decidieron explotarlas. Gracias a la arqueología es posible detectar su uso, y estudiar los orígenes de estas prácticas.

Lo que la arqueología ha descubierto sobre el uso de drogas vegetales

Para rastrear el consumo de drogas en el pasado, durante mucho tiempo los arqueólogos recurrían a indicadores indirectos como la recuperación de vegetales psicoactivos en contextos arqueológicos, su plasmación gráfica como motivos artísticos, las menciones en textos antiguos a ciertas plantas y bebidas, y la forma de ciertas piezas arqueológicas (pipas, tubos inhalatorios o vasijas, por ejemplo).

Más recientemente, el avance de las técnicas analíticas en el campo de la química ha permitido detectar también trazas de drogas en objetos relacionados con la preparación, consumo o almacenaje de las sustancias, ya que los principios psicoactivos pueden quedar fijados durante milenios.

Útiles encontrados en la Cueva de El Chileno, en Bolivia, de hace 1.000 años. Se identificaron restos químicos de bufotenina, dimetiltriptamina, harmina y cocaína. El fardo ritual contenía tanto harmina como dimetiltriptamina, los dos ingredientes principales de la ayahuasca (Miller et al. 2019).
PNAS, CC BY

Pero la prueba más rotunda y directa para demostrar el consumo humano de drogas en el pasado es la detección de alcaloides o sus metabolitos en muestras biológicas (cabellos, cálculo dental, restos esqueléticos o tejidos blandos), recurriendo a los mismos procedimientos que hoy en día se aplican en toxicología forense.

Restos de drogas en muestras capilares del pasado

Las ventajas que ofrece el cabello sobre otro tipo de muestras a la hora de llevar a cabo análisis toxicológicos son múltiples. La fijación de las sustancias químicas en el pelo es muy estable y perdura en el tiempo. Además, partiendo del hecho de que la tasa media de crecimiento del pelo capilar está establecida en 1 centímetro al año, es posible rastrear el consumo bastante tiempo atrás en función de la longitud de los mechones.

Este tipo de análisis comenzó a aplicarse en contextos arqueológicos de Sudamérica. La buena conservación de las cabelleras en cuerpos momificados de cronologías prehispánicas ha permitido estudiar la ingesta de diversas drogas (coca, tabaco, cebil) a lo largo del tiempo, obteniendo resultados muy curiosos. Por ejemplo, se ha podido detectar nicotina en el cabello de un recién nacido que fue enterrado en el desierto de Atacama, hace 2 500 años. Esto implica que la absorción de los alcaloides se produjo a través de la placenta, y que el consumo de tabaco por parte de la madre tuvo que ser altísimo.

Los mechones de pelo de la Cova des Càrritx

En la Europa prehistórica todavía no se había ensayado el análisis químico de cabellos para la detección de alcaloides. Sin embargo, las extraordinarias condiciones de conservación de la Cova des Càrritx, un espacio ritual y funerario de la Edad del Bronce en la isla española de Menorca, permitieron la recuperación de cabellos humanos en una de sus salas más recónditas (Sala 5).

En aquella sala se localizó un enigmático depósito que, entre otras piezas, incluía varios envases de madera y de cuerno repletos de mechones de cabello. Los mechones pertenecían a algunos de los cadáveres que reposaban en otra de las salas (Sala 1), y habían sido teñidos de rojo y peinados antes de cortarlos.

Muestra de cabello de la Edad del Bronce de Es Càrritx.
ASOME-Universitat Autònoma de Barcelona, foto P. Witte., Author provided

Este asombroso descubrimiento nos animó a poner en marcha un estudio colaborativo entre varios investigadores de la Universidad de Valladolid, la Universidad Autónoma de Barcelona y la Universidad de Chile, para llevar a cabo el análisis toxicológico de una muestra de esos mechones.

Aplicando cromatografía líquida de ultra alto rendimiento acoplada a espectrometría de masas de alta resolución, hemos podido detectar en los cabellos la presencia de los alcaloides efedrina, atropina y escopolamina.

La efedrina es un estimulante natural, mientras que atropina y escopolamina tienen efectos alucinógenos.

Plantas para un grupo reducido de personas

Estos alcaloides proceden de plantas que crecían en el entorno y que se consumieron mucho tiempo antes del fallecimiento, por lo que descartamos su uso durante las ceremonias funerarias. Parece que solo un grupo reducido de personas tuvo acceso a ellas.

La hipótesis que barajamos es que estas personas desempeñaron un papel similar al de los chamanes, es decir, individuos capaces de mediar entre la comunidad y su imaginario sobrenatural, entre otras funciones.

Así, se ha podido documentar por vez primera una evidencia directa del consumo de drogas en la Europa prehistórica hace unos 3 000 años, demostrar el uso de plantas psicoactivas diferentes y enmarcar todo ello en un contexto ritual.The Conversation

Elisa Guerra Doce, Profesora Titular de Prehistoria, Universidad de Valladolid

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.