¡Al cerdo ibérico le han “robado” su raza!

España y Portugal tienen millones de defensores del cerdo ibérico, de una genuina raza vinculada a la península. En realidad, casi cada uno de sus habitantes podría cumplir con esa afirmación. Con el orgullo patrimonial que representa contar con un animal milenario, poco evolucionado. Un animal que nos aporta un producto único de excelsa calidad, que forma parte de la saludable dieta mediterránea y que nos obliga a erigirnos en sus más firmes embajadores y valedores. Pero ¿realmente lo estamos protegiendo?

Una reciente publicación en The Guardian revelaba la existencia de granjas de cerdos ibéricos en Estados Unidos, algo que era noticia y que ya os contamos hace unas semanas aquí como posible amenaza. Explotaciones, cada vez más numerosas, que están criando y engordando cochinos de nuestra autóctona y pura raza española, para la elaboración y comercialización de sus piezas nobles en territorio del “Tio Sam”. Asombro produce que la autoridad competente, permita o no controle la salida de ejemplares vivos a otros países. Todo ello ha sorprendido a aquellos que creen imposible su implantación, cría y engorde fuera de la Península Ibérica.

¿Existe alguna medida para preservar su cría?

Ese es el verdadero problema. La prioridad debería pasar por proteger administrativamente la cabaña ganadera de la legítima raza porcina ibérica. También su diferenciado sistema de cría, manejo y engorde a base de bellotas, pasto y demás recursos naturales que consiguen caminando en completa libertad por las dehesas peninsulares. Actividad de cebo que se produce en la época de montanera coincidente con la estación invernal.

Todo ello vinculado, además, a una elaboración tradicional del producto. Un proceso donde debe primar la pausada afinación y maduración de sus piezas más nobles (jamones, paletas, cañas de lomo y chacinas) en secaderos naturales.

En busca de una solución

Quizá la única esperanza y alternativa útil sería confiar en que la Unión Europea acceda a conceder el registro de una Indicación Geográfica Protegida (IGP). Protección para la genuina y pura raza porcina ibérica, mediante un pliego de condiciones que defina con claridad meridiana las líneas maestras de este exclusivo plan de pastoreo y producción.

Únicamente con un planteamiento fundamentado en estos pilares se podría avanzar en la obtención de una IGP. Se conseguiría así el blindaje de la legítima raza. Protección reservada igualmente para un producto único y diferenciado. Todo ello permitiría establecer acuerdos, como se hizo hace poco con China. Convenios de colaboración que eviten y castiguen el fraude y la copia de productos de D.O.P.´s e I.G.P´s europeas.

Pero el problema es que los gestores que deben abordar, tramitar y reclamar la concesión de ese sello diferenciado de protección y garantía son los mandatarios del Ministerio de Agricultura. También la Asociación Interprofesional del Cerdo Ibérico (Asici). Ambos están “obligados” a lidiar, para no defraudar la voluntad y las aspiraciones del implacable lobby sectorial del cerdo ibérico, con una dualidad difícil de concebir y fructificar. Fusionar y aglutinar dentro de ese mismo marchamo comunitario de calidad diferenciada (IGP) a los animales de la verdadera y autóctona raza ibérica alimentados con bellotas en el ecosistema único de la dehesa peninsular. 

jamón corte

MAESTRO JAMONERO CORTANDO UNA LONCHA DE JAMÓN

Y a los más de 3,3 millones de animales híbridos (96% del total) que de media se sacrifican anualmente en España, bajo el paraguas de la artificiosa raza ibérica. El problema surge cuando el Ministerio de Agricultura y Asici manifiestan su absoluta negativa, una y otra vez, a desvincular a estos ejemplares “cruzados” de la verdadera raza ibérica.

No solo cerdo ibérico y dehesa, también cruzados de granja y pienso

Semejante desatino, revestido de prioridad, tiene el claro propósito de sortear una realidad y de que esta pase totalmente desapercibida para el consumidor. Y es que, en el cerdo ibérico, nada es lo que parece. Esta “cruzada” aspiración patronal y de la poderosa industria del animal intensivo sirve para poner de manifiesto que casi todos esos animales híbridos jamás pisan la dehesa. Se alimentan solamente de piensos. Y viven estabulados -sin ver la luz del sol- en un espacio de 2 men cualquier granja recóndita de la geografía española.

Mientras, el MAPA ha consentido su conversión y transformación en falsos ejemplares de la raza ibérica. Todo ello mediante su encaje en un espurio reglamento ejecutivo, la vigente norma de calidad del ibérico. Una norma que sistemáticamente dinamita la recuperación y progresión del auténtico cochino de la raza ibérica en favor de la producción industrial masificada.

jamones ibéricos

JAMONES IBÉRICOS COLGADOS

En suma, hablamos de una absurda y disparatada ensoñación que carece de la más básica credibilidad para superar “la prueba del algodón” de Bruselas. Esto entorpecerá cualquier intento serio y efectivo de poder llegar a establecer una negociación con la Unión Europea para conseguir la tan necesaria protección. Cada vez es más urgente que se proteja al verdadero animal de la pura raza ibérica, su manejo en la dehesa y su engorde con el fruto de la bellota, mediante una IGP.

¿Quién debe defender al cerdo ibérico?

Sin duda el depositario máximo de dicha responsabilidad es el Ministerio de Agricultura. Tras de sí, aparece el dúo de las “bien pagás”, es decir, la Asociación Interprofesional del Ibérico (Asici) y la Asociación Española de Criadores de Cerdo Ibérico, (Aeceriber). Su única razón de ser, en ambos casos, pasa indefectiblemente por la defensa del cerdo ibérico de raza pura, como remarcan sus estatutos. Organizaciones sectoriales, acostumbradas al dinero fácil, que reciben en forma de cuantiosas subvenciones institucionales. También otras concesiones monopolistas les procuran millonarias retribuciones.

Estas asociaciones “siervas” ministeriales no muestran el menor rubor y reparo en decir hoy una cosa y mañana la contraria. Siempre alineadas con las valoraciones de Agricultura y el gran lobby sectorial. Constantemente escudándose en la necesidad de corregir “supuestos” fallos del mercado para favorecer los intereses de los empresarios del animal cruzado de pienso y granja. Asociaciones que cuando las crisis golpean al sector, acuden siempre al Ministerio en busca de ayudas millonarias. Cómo siempre, olvidándose de los tiempos de bonanza en los que los irresponsables y populistas discursos de sus líderes invitaban a la sobreproducción.

Falta de pureza racial, ¿el salvoconducto oficial para la estafa?

Lo peor es que a la política del “fraude genéticamente graduado” del cerdo ibérico, instaurada por Agricultura mediante el R.D. 4/2014, hay que sumar otros graves “atentados”. Todos contra esa misma normativa, perpetrados deliberadamente desde la propia Administración Central. Siempre con el decidido respaldo y la mediación de las subvencionadas Asici y Aeceriber. Medidas para no importunar a los industriales que manejan, a su plena conveniencia, en sus explotaciones reproductores invalidados por la Norma de Calidad del Ibérico.

El Ministerio de Agricultura, con el respaldo de Asici, a través de un simple y calculado oficio administrativo, sin ninguna convalidación legislativa, lleva años encubriendo las irregularidades. Intencionadamente consiente que 6.000 machos, sin raza definida y sin trazabilidad genealógica registrada en censo racial alguno sean aptos para su cruzamiento con “teóricas” madres ibéricas. De esta forma, se consiguen producciones posteriormente etiquetadas engañosamente como de raza ibérica. Recordemos que la vigente ley únicamente admite sementales de la raza ibérica y de la raza duroc, inscritos en sus libros genealógicos.

Asici apuesta por marcas que “inducen al error”

Una interprofesional del ibérico que durante años ha esculpido un sector a la medida de los intereses del cochino “híbrido” de pienso y granja. Alguno de cuyos dirigentes disponen de voz y voto en la propia junta directiva de Asici. Asociación que está convencida de que las administraciones y los productores del cochino de raza pura y de la dehesa jamás se van a rebelar. Siempre dispuesta a obtener compensaciones mediante estrategias que hacen posible el engaño masivo a los consumidores.

Esto último se desprende de la resolución promulgada por la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea, (EUIPO). La misma denegaba a la patronal, de un modo definitivo, la solicitud del registro de la marca colectiva, “Jamones Ibéricos de España”. El motivo principal, argumentado desde el organismo europeo para desechar de plano su inscripción, es que este “induce al consumidor al error”. Asimismo objetó “que el uso de la marca colectiva solicitada inducirá al público a pensar que tiene un valor de sello oficial o de garantía, expedido por las administraciones públicas”. Por todo ello, la EUIPO resolvió “que la marca para la que se ha presentado la solicitud no es registrable”.

Pero sin embargo, tras el varapalo de Bruselas, Asici ha seguido haciendo uso de dicha leyenda y su correspondiente imagen acreditativa con total desfachatez. Signo marcario que ha utilizado incluso en eventos presididos por los máximos representantes institucionales del Estado.

ruta del ibérico

RUTA DEL IBÉRICO / FOTO: ZUPERMAR

Y el abuso más reciente aconteció la semana pasada durante la celebración del festival de cine de San Sebastián, donde dicho distintivo figuraba colocado junto al emblema de la Unión Europea. Sin olvidar tampoco que a primeros del mes de agosto de este año, apoyó una acción promocional en la cadena pública de Paradores de Turismo de España. Campaña bautizada como “El Día del Ibérico en Paradores”.

La responsabilidad de Aeceriber en el contaminado libro genealógico

A este tipo de artimañas, nocivas para los intereses de los consumidores y la raza pura, se ha sumado igualmente Aceriber. Esta sociedad administra en régimen de monopolio el libro genealógico de la raza porcina ibérica. Todo ello por expresa concesión de Agricultura. Sus gestores admiten abiertamente que en el citado archivo censal se encuentran inventariadas madres reproductoras que no son de pura raza o 100% ibéricas. Esto ha ocasionado la contaminación generalizada de toda la cabaña ganadera.

Ello quiere decir que más de 500.000 reproductoras (el 85% de todas las existentes en las explotaciones) gozan de un pasaporte genético de la raza ibérica adulterado. A pesar de pertenecer a ejemplares cruzados, estas madres serán cubiertas por machos de la raza duroc o por alguno de los miles sin raza declarada y registrada que utilizan los ganaderos, tras la aprobación ministerial. Esquivando, de esta forma, la norma de calidad que exige la máxima pureza racial ibérica en todos los supuestos para la obtención de nuevos ejemplares.

El problema es que los productos de estos falsos animales se etiquetarán con la lucrativa calificación de raza ibérica. Aun cuando estos no llegarán nunca a reunir un 50% de sangre de la raza ibérica, tal como dispone el ordenamiento jurídico vigente. 

¿Qué conclusión podemos sacar?

En este nuevo orden queda claro que falta una firme defensa del porcino de la legítima raza ibérica. Miran hacia otro lado instituciones, organizaciones sectoriales, asociaciones de consumidores y la propia industria. Tampoco nadie piensa en los desamparados consumidores que creen que consumen producto ibérico y no un sucedáneo.

Ahora solo cabe apelar a los profesionales de la gastronomía, los chefs de primer nivel, embajadores de la marca España. Es momento que ellos puedan coger el testigo y emprendan esa necesaria rebelión.

¿Quién se atreve a dar el primer paso y poner en entredicho a la parte mayoritaria del artificioso sector del ibérico?

Una industria muy potente, manejada de forma inteligente por el influyente y todopoderoso lobby del cerdo cruzado de pienso y granja. Empresas cárnicas que han conseguido que los mandatarios del ministerio y de diversos partidos políticos del arco parlamentario les entreguen el nombre de la raza ibérica, mediante una “fraudulenta” legislación. Una ley que consiente trocear genéticamente una indivisa y milenaria raza. Todo para que el cerdo ibérico, patrimonio de todos, se convierta en una marca solo de algunos.

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