Pascua, en medio del mundo, en mitad de la nada

Si tuviera que elegir entre todos los rincones del mundo uno solo, sin duda me quedaría con la isla de Pascua.

Es un recóndito lugar; una enigmática isla situada en la Polinesia donde se respira misticismo. Aunque física y geográficamente se encuadra en Oceanía, políticamente se integra en el continente Americano. En la actualidad pertenece a Valparaíso, que es la quinta provincia de Chile (oficialmente República de Chile).

A la isla de Pascua se la denomina con la expresión Te Pito o Te Henua, que en pascuence (rapanui o rapa nui) significa El Ombligo del Mundo.

En la antigüedad se la consideró el lugar más apartado de la civilización. En verdad está en medio del mundo, en mitad de la nada; varada en las aguas del

océano Pacífico.

La población más cercana a la isla es el archipiélago formado por las Islas Pitcairn (territorio británico de ultramar).

Los originarios provienen de los Rapa Nui pueblo que desapareció misteriosamente. Distintas teorías intentar clarificar el por qué de su desaparición.

Además de hablar español (castellano) tienen el citado dialecto (pascuence) y una escritura propia llamada Rongorongo o Kohau ronggorongo, cuya traducción podría ser Líneas de recitación o Báculos recitadores.

HISTORIA DE LA ISLA DE PASCUA

Repasando la historia de la isla comprobaremos que no pasa desapercibida.

Al parecer el bucanero británico Edward Davis, tras avistarla en el año 1686, la consignó como Tierra de Davis. Posteriormente, el 15 de noviembre de 1770 Felipe González Ahedo, cartógrafo español nacido en Santoña (provincia de Cantabria), tomaría posesión de la isla en nombre de la Corona española. Y en honor al monarca Carlos III la llamaría Isla de San Carlos. Entremedias de los dos años -1686 – 1770- el almirante y explorador holandés Jakob Roggeveen la redescubriría en 1722 el día de Pascua de Resurrección (domingo, 5 de noviembre). De ahí que fuera bautizada con este nombre.

(Este párrafo está extraído de mi libro titulado RAORAU Y EL GRAN ALERBO)

Este mismo año (primeros de agosto) Sebastián Piñera -presidente de Chile- anunciaría que la isla sufrirá un cambio de nombre por lo que se llamará RAPA NUI (Rapa Grande).

CÓMO LLEGAR A LA ISLA

Tomando como punto de referencia España, concretamente desde la ciudad de Madrid, las personas intrépidas que deseen embarcarse y vivir esta maravillosa experiencia deben coger -de primeras- un avión desde el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid – Barajas vía Santiago de Chile (aeropuerto internacional Comodoro Arturo Merino Benítez, en la capital del país). Allí han de tomar un segundo avión hasta el aeropuerto internacional Mataveri (mata veri, ojos bonitos) o aeropuerto de isla de Pascua.

La duración del vuelo es de 5 horas y cuarenta minutos a la ida, y 4 horas y cuarenta y cinco minutos a la vuelta. La vuelta es más corta por la influencia del viento.

Desde el aire se contempla la panorámica triangular de la isla y te invita a que la

descubras.

También se puede llegar a ella por mar (crucero).

El pintoresco aeropuerto internacional de Mataveri está en Hanga Roa (ciudad y capital de la isla cuyo significado es Bahía Larga) y es usado en exclusividad por la aerolínea chilena LATAM como vía de tránsito. Por tanto, el trayecto Santiago de Chile – Isla de Pascua es un vuelo compartido con destino final a Papeete (capital de Tahití, isla más grande de la Polinesia Francesa).

Este aeropuerto se caracteriza por ser el más distanciado del mundo. Al salir unas afables nativas te reciben, dándote la bienvenida floral. A mí me colocaron en el cuello un bonito collar hecho con flores pequeñas de pétalos blancos y rosas.

GEOGRAFÍA DE LA ISLA

La isla se formó como consecuencia directa de erupciones volcánicas.

Lógicamente cuenta con varios volcanes. Algunos son principales, otros secundarios. Todos están inactivos. La ubicación de los tres más importantes es la que le da su particular aspecto triangular.

El más impresionantes es Rano Kau (volcán ancho y grande con mucha agua), ubicado al suroeste. Es de tipo caldera y su cráter es realmente espectacular.

Desde la cima del volcán Maunga Terevaka (Maúnga Terevaka), ubicado al norte, se contempla una vista de 360 grados. Es el punto más alto de la isla. Si quieres subir la caminata a pie -sin señalización- es de unos noventa minutos.

Maunga Terevaka es un volcán tipo escudo.

Poike (Cerro o Colina, lugar donde se rompe la noche) volcán tipo escudo con ubicación al oriente es el tercer volcán a destacar. Es el más antiguo. Fue la punta del iceberg en el proceso de la formación de la isla ya que fue la primera tierra que emergió.

Pascua difiere enormemente del resto de las islas de la Polinesia. No tiene animales mamíferos autóctonos, carece de ríos y su vegetación es escasa.

Repartidos por toda la isla nos topamos con los moais.

El moai es una escultura de piedra monolítica alargada y descomunal que tiene figura de busto humano y solamente se encuentra en la isla de Pascua. Hay más de novecientas, su significado es incierto. Tampoco se sabe cómo fueron trasladados. De hecho este es otro de sus grandes misterios.

Aparte de los famosos moais se localizan petroglifos.

La isla es tranquila, nada peligrosa y fácil de conocer. La mejor manera de desplazarse es por carretera.

Como no, el personal de tu hotel te ofrecerá la posibilidad de realizar excursiones guiadas en español.

PARQUE NACIONAL DE RAPA NUI

El Parque Nacional de Rapa Nui fue creado en enero de 1935 y tiene la consideración de Monumento Histórico. El 20 de marzo de 1995 fue declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO. Y ese mismo año (8 de diciembre) el comité del Patrimonio Mundial dictaminó que la isla es una de las mayores culturas del planeta y le dio la categoría de Bien Cultural.

El Parque Nacional de Rapa Nui ocupa casi el cincuenta por ciento de la totalidad de la isla (43,5) y se divide en sectores.

Ahora lo único que queda por hacer es descubrirlo.

Para mayor información referente al coste del acceso y los sectores recomiendo visitéis la página oficial.

Por Carolina Olivares Rodríguez.

(Artículo viajero escrito en el mes de octubre de 2018).